miércoles, 14 de abril de 2010

Memorias de una viajera

Avión Bs. As. - Madrid (España) y Día 1

Fueron doce horas de avión, con minipantallita individual de entretenimiento que incluía música y películas pasadas al gallego, no comprendo como son capaces de escuchar eso y no pegarle a la tele. Con muy poco espacio entre asiento y asiento, por lo que inicié el shirar por la vida con una linda contractura en el cuello. Hubo tiempo para mirar tres películas, escuchar dos de los tres CD's nuevos para el viaje (Beatles, Sui, Serú, Fito, Charly, León y más) y un par de viejos, jugar al ahorcado con mis tres hermanos, comer como cerda junto a la familia una tableta milka y la cómida del avión, leer la mitad del libro que me traje (La pasión según Carmela de Marcos Auguinis), ponerme melancólica por no poder ir al recital de LPDA y aburrirme un rato más.

Por fin llegamos, de la bajada del avión a correr para llegar primeros a migraciones, sentí el frío y fui F-E-L-I-Z (con el poncho puesto, obvio). Al cuete correr y correr porque la cinta con las valijas nos demoró media hora en funcionar, pero una vez terminados los trámites nos encontramos con los amigos que nos iban a hospedar acá: Chivi (cariño andante), Gaby (mago, de los posta) y Mati (va a la facultad, filosofía). Hospedados en Parla, a veinte minutos de Madrid tomando el tren.

Ese mismo sábado nos levantamos a las tres de la tarde, comimos y tipo seis emprendimos viaje a Madrid centro. Llegamos a Plaza del sol, con sus bohemios haciendo de estatuas vivientes y, por supuesto, frío! Corrimos al Café de Oriente a buscar a otros amigos, Javier y compañía. Nos fuimos de tapas, es decir, de restaurante a restaurante a seguir engordando y tomar (exclusivo adultos, nosotros mini-sprites). Entre idas y vueltas me enamoré de unos zapatos y ví el sombrero negro que deseo hace un año. Alusiné con los edificios, lo bien mantenído de los transportes públicos (con baños en buen estado icluídos, no me digan que no es como un sueño), lo bien vestidas que van el 95% de las mujeres y las estructuras.

Debo admitir que cuando dimos el cierre de la noche, aportando a la globalización tomando un café de Starbucks, se me chispoteó una oración al mejor tono español, me quedé de puta madre; y además, me emocioné más que un nene con chupetín cuando le pedí permiso en ingles a unos turistas para pasar y al decirle Thank you me respondió you're welcome. Claro que cuando me pasó por segunda vez ya había perdido la magia. Que heavy que soy per deos.

Por cierto, me caí cuando bajé del avión; no era yo sin estrenar el viaje a los golpes!

2 comentarios:

  1. OK, lo de la caída no me había enterado. Bueno, que te vayas a Europa no quiere decir que pierdas la rutina, querida mía.
    Te amo.

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  2. Jajajajaj. ¡Y te caíste! Hace mucho que no contabas cosas de esas.
    Hay estudios sociolingüísticos muy interesante sobre la influencia del entorno en el habla. Eso que se te escapó es muy común.
    Por otro lado, yo también me asombré de lo bueno que son los medios de transportes (en mi caso en París). ¿Tanto cuesta que seamos así de ordenados?

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